En España no se dispone de datos sobre la implantación de electrodos de desfibrilación. Registros internacionales han descrito en los últimos años un cambio en favor de los electrodos monobobina. El objetivo primario de nuestro estudio fue tratar de inferir cómo ha sido la implantación de electrodos de desfibrilación durante los últimos años en nuestro país. El objetivo secundario busca identificar diferencias entre ambos tipos de electrodos.
MétodosSe analizaron datos de 4.131 pacientes españoles portadores de un desfibrilador automático implantable, incluidos consecutivamente en el registro UMBRELLA y seguidos remotamente mediante sistema CareLink, entre 2005 y 2016.
ResultadosInicialmente la proporción de electrodos de desfibrilación monobobina era<10%. Desde el año 2014, la proporción de electrodos monobobina implantados ha ido aumentando progresivamente, hasta superar la proporción de electrodos bibobina en el año 2016 (51,8% frente a 48,2%). En cuanto a las complicaciones acaecidas durante el implante del dispositivo o durante el seguimiento, no se observaron diferencias significativas entre ambos tipos de electrodos, más allá de una mayor proporción de choques en el grupo bibobina (17,5% frente a 5,8%; p<0,001), estando dicho hallazgo probablemente muy influido por las antiguas y más agresivas programaciones de los desfibriladores.
ConclusionesLa práctica clínica con desfibriladores ha ido cambiando tanto en la forma de implantar como en la forma de programar los dispositivos. En lo que a electrodos de desfibrilación se refiere, en nuestro registro se observó un cambio en la elección del tipo de electrodo de desfibrilación, ya que fueron los electrodos monobobina los implantados con más frecuencia en los últimos años.
There is no data available on the use of implantable defibrillator leads in Spain. Dual-coil defibrillator lead has been the most common lead system in clinical practice in the last twenty years. The aim of this study is to give an idea about how defibrillator leads have been implanted in Spain over a 10-year period. A Secondary objective consists on trying to identify differences between both type of leads.
MethodsWe have analysed data from 4131 Spanish patients that carry an implantable cardioverter-defibrillator, that were included in the UMBRELLA trial and followed remotely with CareLink system between 2005 and 2016.
ResultsInitially, the proportion of single-coil defibrillation leads was less than 10%. After 2014, the proportion of single-coil leads has increased, being the most frequent type of lead in the year 2016 (51.8% vs 48.2%). We have not appreciated differences between both defibrillation leads beyond a higher incidence of administered shocks in dual-coil leads (17.5% vs 5.8%; p<.001). This observation is probably related to the way on defibrillators were programed some year ago.
ConclusionsDuring the last years, clinical practice with defibrillators has changed in the way devices are implanted and programed. When we analysed defibrillation lead data in our study, we observed a change in the choice of the lead type, being single-coil leads the most commonly implanted in recent years.
En España, anualmente se publica un registro nacional sobre desfibrilador automático implantable. Dicho registro no recoge el tipo de electrodo de desfibrilación utilizado en cada implante1. Esto hace que existan escasos datos publicados acerca de la implantación de electrodos de desfibrilación y ninguno de ellos muestra una aproximación a la realidad actual en España.
En la literatura internacional se describe que la implantación de electrodos bibobina ha sido la predominante en la práctica clínica habitual durante los últimos 20 años2,3. Dicha práctica se sustentaba en escasos estudios que sugerían una mejoría en el umbral de desfibrilación4–7. Sin embargo, no se ha encontrado un verdadero beneficio clínico en términos de efectividad de la desfibrilación o de disminución de mortalidad2,3. Además, hay que tener en cuenta varios potenciales inconvenientes de los electrodos bibobina3,8. Parece claro que existe un mayor riesgo de complicaciones en caso de necesitar su extracción. Por todo ello, desde hace unos años, parece estar cambiando la tendencia en favor de una mayor implantación de electrodos monobobina9–11.
Con el presente trabajo, en primer lugar, se busca aclarar en base a los datos de nuestro registro si la distribución en la implantación de los electrodos de desfibrilación monobobina y bibobina ha ido variando a lo largo de los últimos años, tanto de forma global (incluidos los datos de todos los centros) como por comunidades autónomas. En segundo lugar, se analizan datos clínicos de los pacientes y técnicos sobre los dispositivos que pudieran detectar diferencias entre ambos tipos de electrodos y que a su vez pudiesen justificar la forma en cómo se implantan los dispositivos.
MétodosSe utilizaron datos provenientes del registro UMBRELLA. Se trata de un estudio español multicéntrico observacional retrospectivo patrocinado por Medtronic. Se analizaron datos de 4.131 pacientes portadores de desfibrilador automático implantable, incluidos en 44 centros distribuidos en 12 comunidades autónomas españolas, de forma consecutiva y seguidos de forma remota mediante el sistema CareLink entre septiembre de 2005 y diciembre de 2016 con un seguimiento medio de 752,7±798,7 días en los monobobina y de 1.444,2±692,2 días en los bibobina.
En primer lugar, se estudió si tuvo lugar algún cambio en la tendencia de la implantación de electrodos monobobina y bibobina tanto de forma global como en las distintas regiones.
En segundo lugar, se llevó a cabo un análisis de variables clínicas de los pacientes (edad, sexo, tipo de cardiopatías, etc.) y de determinadas variables técnicas (tipo de dispositivo implantado, complicaciones acaecidas durante el implante o el seguimiento, etc.), en función del tipo de electrodo implantado, con el fin de determinar si alguna de ellas condicionaba una determinada variación en la práctica clínica.
Para llevar a cabo el análisis estadístico y elaborar tablas y gráficos se utilizó el software SPSS Estatistics v23 y Excel v2016, respectivamente. Los pacientes se distribuyeron en 2 grupos según el tipo de electrodo: bibobina o monobobina. Para la comparación de variables categóricas (proporciones), se utilizó la prueba de χ2 o su análogo no paramétrico (test exacto de Fisher) cuando no se pudo asumir la normalidad de la variable dependiente. Para variables ordinales, se utilizó la prueba de χ2 de tendencia lineal. Para la comparación de variables continuas (medias), se recurrió a ANOVA, t de Student o su análogo no paramétrico (test de Wilcoxon-Mann-Whitney) cuando no se pudo asumir la normalidad de la variable dependiente. Finalmente, los análisis multivariables se ajustaron mediante modelos basados en regresión logística.
El estudio cuenta con la debida autorización formal de los individuos, los centros participantes y del Comité Ético del Hospital Puerta de Hierro.
ResultadosEvolución temporal de la implantación de electrodos monobobina y bibobinaGlobalmente, se encontró una tendencia significativa (p<0,001) a una mayor implantación de electrodos monobobina los últimos años. Esta tendencia se hizo especialmente evidente a partir del año 2014 (fig. 1 y línea roja discontinua de la fig. 2).
Evolución temporal de la proporción de electrodos monobobina implantados durante el seguimiento, tanto de forma global (línea roja discontinua) como en las distintas comunidades autónomas. En la tabla adjunta se refleja el valor numérico de las proporciones representadas gráficamente más arriba, detallándose entre paréntesis el número de pacientes portadores de electrodos monobobina entre el total de los incluidos en cada comunidad.
En el análisis pormenorizado por comunidades autónomas, se aprecia una tendencia similar en la mayoría de regiones, si bien el cambio es más evidente en algunas regiones como Navarra, País Vasco, Murcia, Asturias o Cataluña (fig. 2).
Características basalesDel total de pacientes (n=4.131), se implantó un electrodo monobobina al 12,9% (n=535) y un electrodo bibona al 87,1% (n=3.596). En la tabla 1 se detallan las características demográficas y clínicas en función del tipo de electrodo de desfibrilación implantado. Los pacientes a los que se les implantó un electrodo monobobina eran más jóvenes, con más prevalencia de enfermedad renal crónica, hipertensión arterial y valvulopatía.
Características de la población en el momento de la implantación
Monobobina (n=535) | Bibobina (n=3.596) | p | |
---|---|---|---|
Edad (años) | 59,8±14,2 | 61,5±13,3 | 0,006 |
Sexo femenino | 19,2 | 17,8 | 0,412 |
Enfermedad renal crónica estadio con TFGe<60 (ml/min/1,73 m2) | 15,82 | 14,8 | 0,046 |
Diabetes mellitus | 29 | 27,9 | 0,612 |
Hipertensión arterial | 58,6 | 53,6 | 0,032 |
Tabaquismo | 37 | 37,5 | 0,820 |
Dislipidemia | 54,8 | 51,7 | 0,204 |
Historia familiar de muerte súbita | 8,2 | 9 | 0,531 |
Implantación en prevención primaria | 35,8 | 35,7 | 0,985 |
Proporción de pacientes según la FEVI | |||
>50% | 19,1 | 19,5 | 0,126 |
36-40% | 7,5 | 5,1 | |
41-50% | 7,2 | 9,1 | |
≤35% | 66,2 | 66,3 | |
Insuficiencia cardiaca | 65,7 | 66,8 | 0,591 |
Proporción de pacientes según clase funcional de la NYHA (%) | |||
I | 6,7 | 11,8 | 0,226 |
II | 41,5 | 36,3 | |
III | 17,1 | 21,6 | |
IV | 34,7 | 30,5 | |
Anchura del QRS (ms) | 118±33,5 | 121±34,6 | 0,071 |
Cardiopatía isquémica | 48 | 50 | 0,404 |
Miocardiopatía dilatada no isquémica | 27,9 | 27,5 | 0,852 |
Miocardiopatía hipertrófica | 7,1 | 7,7 | 0,590 |
Miocardiopatía arritmogénica | 2,8 | 2 | 0,224 |
Valvulopatía | 8,2 | 4,8 | <0,001 |
Canalopatías | 3,5 | 4,9 | 0,179 |
Síndrome de Brugada | 3,2 | 3,4 | 0,749 |
Síndrome de QT largo | 0,4 | 1,3 | 0,057 |
Síndrome de QT corto | 0 | 0,02 | - |
TV catecolaminérgica | 0 | 0,1 | - |
DE: desviación estándar, FEVI: fracción de eyección del ventrículo izquierdo, ms: milisegundos, NYHA: New York Heart Association, TFGe: tasa de filtrado glomerular estimada, TV: taquicardia ventricular.
Los datos expresan (%) o media ± desviación estándar
A continuación, se trató de identificar variables clínicamente relevantes que se pudiesen asociar con una mayor implantación de electrodos de desfibrilación monobobina. Para ello se elaboró un modelo de análisis univariante que posteriormente se ajustó aplicando un modelo de análisis multivariante basado en una regresión logística (tabla 2). Como puede apreciarse en el análisis multivariante, una vez ajustadas por el resto de variables, determinadas variables como sexo o fracción de eyección del ventrículo izquierdo no perecieron influir en la decisión de implantar un tipo u otro de electrodo de desfibrilación. En cambio, otras sí parecen influir. Entre ellas, la mayor juventud del paciente, la presencia de hipertensión arterial o valvulopatía, que el dispositivo implantado sea monocameral ventricular o que la implantación se realizase los últimos años de seguimiento parecieron favorecer la implantación de electrodos monobobina. De todas ellas la que más pareció influir en la elección del tipo de electrodo es el año en el que se realizó la implantación. De tal forma que por cada año transcurrido existe casi el doble de posibilidades de implantar un electrodo monobobina (OR, 1,86; IC95%, 1,74-1,98; p<0,001).
Resultados de modelo de análisis univariante y multivariante en el que las odds ratio expresan la probabilidad de implantar electrodos monobobina
Análisis univariante | Análisis multivariante | ||||
---|---|---|---|---|---|
Variable | Categoría | OR (IC95%) | p | OR (IC95%) | p |
Edad | 0,991 (0,98-0,99) | 0,006 | 0,98 (0,97-0,99) | <0,001 | |
Sexo | Varón | Ref. | |||
Mujer | 1,10 (0,87-1,39) | 0,412 | 1,06 (0,81-1,37) | 0,687 | |
HTA | No | Ref. | |||
Sí | 1,22 (1,02-1,48) | 0,032 | 1,39 (1,12-1,74) | 0,004 | |
Valvulopatía | No | Ref. | |||
Sí | 1,76 (1,25-2,48) | <0,001 | 1,83 (1,24-2,70) | 0,002 | |
Tipo dispositivo | TRC-D | Ref. | |||
DAI-VR | 1,30 (1,05-1,60) | <0,001 | 1,33 (1,04-1,71) | 0,010 | |
DAI-DR | 0,75 (0,57-0,99) | 0,93 (0,67-1,28) | |||
FEVI | <35% | Ref. | 0,126 | 0,132 | |
36-40% | 0,68 (0,45-1,02) | 0,71 (0,46-1,11) | |||
41-50% | 1,24 (0,90-1,72) | 1,22 (0,84-1,77) | |||
>50% | 1,02 (0,81-1,29) | 0,98 (0,74-1,30) | |||
Año implante | 1,84 (1,73-1,95) | <0,001 | 1,86 (1,74-1,98) | <0,001 |
DAI-DR: desfibrilador automático implantable bicameral ventricular y auricular derechos; DAI-VR: desfibrilador automático implantable monocameral ventricular; DAI-VR: desfibrilador automático implantable monocameral ventricular derecho; FEVI: fracción de eyección del ventrículo izquierdo; HTA: hipertensión arterial; IC95%: intervalo de confianza del 95%; OR: odds ratio; Ref: variable de referencia; TRC-D: desfibrilador con terapia de resincronización cardiaca.
En la tabla 3 se detallan los datos recogidos durante la implantación. Por un lado, es reseñable la baja tasa de complicaciones derivadas de la implantación de desfibriladores tanto en un grupo como en el otro, revistiendo en general poca gravedad las acontecidas y no existiendo fallecimientos derivados de la intervención.
Datos en el momento de la implantación del desfibrilador
Monobobina (n=535) | Bibobina (n=3.596) | p | |
---|---|---|---|
Complicaciones (%)MuerteTaponamientoNeumotóraxDisección seno coronarioSituación subóptima | 3,5 | 2,7 | 0,270 |
0 | 0 | - | |
0 | 0 | - | |
0.7 | 0,2 | 0,056 | |
0.7 | 0,2 | 0,041 | |
1,7 | 1 | 0,124 | |
Inducción al implante | 20,6 | 53,5 | <0,001 |
Umbral desfibrilación al implante (J) | 23,31±6,3 | 17,57±5,7 | <0,001 |
J: julios.
Los datos expresan (%) o media ± desviación estándar.
Por otro lado, existen diferencias significativas entre el número de pacientes sometidos a protocolos de inducción al implante en favor de los electrodos bibobina. Sin embargo, esta apreciación queda matizada tras ajustarse según año de implantación. Así, la probabilidad de llevar a cabo un protocolo de inducción disminuyó un 33% por cada año transcurrido (tabla 4). Por último, cabe señalar cómo durante dichos episodios de inducción, los umbrales fueron más bajos para los electrodos bibobina.
Probabilidad cruda y tras ajuste por el año de implantación de llevar a cabo inducción al implante
Variable | Categoría | OR (IC95%) | p | |
---|---|---|---|---|
Modelo univariante | Tipo de electrodo | Bibobina | Ref. | |
Monobobina | 0,22 (0,18-0,28) | <0,001 | ||
Modelo multivariante | Tipo de electrodo | Bibobina | Ref. | |
Monobobina | 0,48 (0,38-0,62) | <0,001 | ||
Año del implante | 0,67 (0,65-0,70) | <0,001 |
IC95%: intervalo de confianza del 95%; OR: odds ratio; Ref: variable de referencia.
Durante el seguimiento de los pacientes (media y desviación estándar: 752,7±798,7 días en los monobobina frente a 1.444,2±692,2 días en los bibobina, p<0,01), se observó una baja incidencia de complicaciones (tabla 5). No obstante, destacaba una mayor proporción de choques en el grupo bibobina, de tal forma que un 17,5% de los pacientes de este grupo recibieron un choque durante el seguimiento. En cambio, solo el 5,8% de los pacientes portadores de electrodos monobobina recibieron choques durante el seguimiento. La diferencia es claramente significativa entre ambos grupos (p<0,001). Sin embargo, en gran medida, esta relación queda atenuada cuando se realiza un análisis ajustado por el año de implantación del desfibrilador, como puede apreciarse en la tabla 6. Por otro lado, es destacable la existencia de una mejor administración de terapias por parte de los desfibriladores monobobina, de forma que este grupo de pacientes recibió menos choques inapropiados (17,03 frente a 24,64%) siendo por tanto significativa esta diferencia (p=0,042; OR terapia inapropiada para bibobina 1,58; IC95%, 1,024-2,52).
Complicaciones durante el seguimiento
Monobobina (n=30) | Bibobina (n=537) | p | |
---|---|---|---|
Pacientes que reciben choques (%) | 5,8 | 17,5 | <0,001 |
Choques inapropiados (%) | 17,03 | 24,64 | 0,042 |
Muerte súbita cardiaca (%) | 0 | 1,7 | - |
Tormenta arrítmica (%) | 0 | 3,4 | 0,616 |
Arritmias auriculares (%) | 0 | 0,2 | - |
Bradiarritmias (%) | 0 | 0,2 | - |
Síncope (%) | 0 | 0,2 | - |
IAM (%) | 3,3 | 0,7 | 0,239 |
Descompensación de insuficiencia cardiaca (%) | 33,3 | 19 | 0,055 |
ACV/AIT (%) | 0 | 1,9 | - |
Infección del dispositivo (%) | 0 | 1,5 | - |
Disfunción del DAI (%) | 0 | 0 | - |
Estimulación frénica (%) | 0 | 0 | - |
Disfunción electrodo (%) | 0 | 1,3 | - |
ACV: accidente cerebrovascular; AIT: accidente isquémico transitorio; DAI: desfibrilador automático implantable; IAM: infarto agudo de miocardio.
Probabilidad cruda y tras ajuste por el año de implantación de recibir un choque durante el seguimiento en función del tipo de electrodo
Variable | Categoría | OR (IC95%) | p | |
---|---|---|---|---|
Modelo univariante | Tipo de electrodo | Bibobina | Ref. | |
Monobobina | 0,29 (0,20-0,42) | <0,001 | ||
Modelo multivariante | Tipo de electrodo | Bibobina | Ref. | |
Monobobina | 0,59 (0,40-0,88) | 0,009 | ||
Año del implante | 0,73 (0,70-0,76) | <0,001 |
IC95%: intervalo de confianza del 95%; OR: odds ratio; Ref: variable de referencia.
En nuestro estudio se observa cómo ha ido variando la implantación de electrodos de desfibrilación a lo largo de los últimos años, en favor de los electrodos monobobina, tanto de forma global como en la mayoría de regiones. Este cambio en la práctica habitual es concordante con lo descrito en otros estudios internacionales publicados con anterioridad9–11. No obstante, la principal novedad de nuestro estudio es que por primera vez podemos aproximarnos a la evolución de la práctica clínica de nuestro país. En este sentido se debe señalar que nuestro estudio se encuentra limitado al tratarse de un estudio observacional retrospectivo basado en un registro que recoge desfibriladores de una sola casa comercial (Medtronic). No obstante, es probable que los datos sean extrapolables a lo realizado con desfibriladores de otras casas comerciales. Otra limitación es que el volumen de información enviado por algunos hospitales es muy superior al de otros, lo que podría no representar de forma apropiada la práctica habitual de algunos centros. Además, no se conoce el grado de inclusión de pacientes realizado en los distintos hospitales, lo que dificulta la interpretación de los resultados, de forma aún más marcada en hospitales que han incluido pocos pacientes.
Cuando se analizan las características clínicas, así como determinados parámetros técnicos, se identifica cómo algunas variables se asocian de forma más intensa con la implantación de electrodos de desfibrilación monobobina. Así sucede con la mayor juventud de los pacientes, la hipertensión arterial, la presencia de valvulopatías, que el dispositivo implantado sea un desfibrilador monocameral o que la implantación se haya realizado en los últimos años. Los motivos por los que existe esta asociación con la hipertensión o la presencia de valvulopatías no están claros. Probablemente la asociación entre los desfibriladores automáticos implantables monocamerales y los electrodos monobobina esté al menos en parte relacionada con una coincidencia temporal que ha llevado los últimos años a la mayor implantación de desfibrilador automático implantable no bicameral1 y electrodos monobobina9–11. Finalmente, la asociación entre la menor edad de los pacientes que reciben electrodos monobobina pueda quizá atender a la ausencia de evidencia en favor de los electrodos bibobina2,3 y al riesgo potencialmente mayor derivado del explante de este tipo de electrodos3,8, de forma que en los más jóvenes se les implante, como sucede en otros registros9–11, aquel electrodo con menor riesgo de extracción.
El hecho de que en el grupo de pacientes a los que se les implantó electrodos bibobina se sometiese con más frecuencia a protocolos de inducción arrítmica, y de medición de umbrales de desfibrilación al implante, se encuentra muy relacionado con el momento en el que se implantó el electrodo: hace años se implantaban más electrodos bibobina2,3 y se llevaban a cabo más test de inducción al implante1. Por el contrario, en la era más reciente se implantan más electrodos monobobina9–11 y apenas se realizan test de inducción durante la implantación1.
Por último, pueden existir varias razones que justifiquen en el grupo monobobina la menor proporción de choques durante el seguimiento, así como la mayor probabilidad de recibir choques apropiados en este mismo grupo. Probablemente la menor proporción de choques en los monobobina se encuentra estrechamente relacionada con el menor tiempo de seguimiento de este grupo. Además, los electrodos monobobina se han implantado más los últimos años, coincidiendo temporalmente con un cambio en la forma de programar los dispositivos, con el objeto de lograr una disminución en el número de terapias administradas12–14, atendiendo a las recomendaciones basadas en la evidencia más reciente, que relaciona las terapias con una mayor mortalidad15,16 y la pérdida de calidad de vida de los pacientes17,18.
ConclusionesComo puede apreciarse en este estudio, parece que con los años, la práctica clínica con los desfibriladores ha ido cambiando, tanto en la forma de implantar como en la forma de programar estos dispositivos. En nuestro registro se observó un cambio en la elección del tipo de electrodo de desfibrilación, ya que fueron los electrodos monobobina los elegidos con más frecuencia a lo largo de los últimos años.
FinanciaciónEl registro UMBRELLA está patrocinado por Medtronic. La investigación actual se ha nutrido de datos provenientes de dicho registro. Sin embargo, no se han recibido fondos económicos específicos, públicos o privados, para el presente estudio.
Conflicto de interesesJ. Martínez reconoce haber recibido honorarios y soporte no económico de Abbott y Medtronic. R. Villuendas reconoce haber recibido honorarios y soporte no económico de Medtronic y Johnson and Johnson. L. Pérez y N. Basterra reconocen haber recibido honorarios y soporte no económico de Abbott, Medtronic y Boston Scientific. Los autores previamente citados refieren que dichos conflictos de interés no interfieren con el presente trabajo. El resto de autores declaran no tener conflictos de interés en lo que se refiere a esta investigación.
Los últimos años, a nivel internacional, se aprecia un cambio en la implantación de electrodos de desfibrilación, de forma que los electrodos monobobina se están utilizando con más frecuencia.
En España no se dispone de información reciente acerca de lo acontecido con electrodos de desfibrilación.
¿Qué novedades aporta?Por primera vez disponemos de datos sobre la implantación de electrodos de desfibrilación en nuestro país.
Los últimos años los electrodos monobobina son los más implantados.
En nuestro estudio, no se observaron diferencias clínicamente relevantes entre un tipo u otro de electrodo de desfibrilación. Este hecho puede favorecer la actual predilección por los electrodos monobobina, atendiendo fundamentalmente al mayor riesgo potencial durante la extracción de los electrodos bibobina.