Las redes sociales podrían considerarse como herramientas de comunicación interactivas por medios digitales1 que tienen tasas de penetración importantes en la población general de los países de ingresos medios y altos. A pesar de ello, en las ciencias de la salud muchas partes interesadas (por ejemplo, médicos, instituciones académicas, colegios profesionales, administradores o ministerios de sanidad, entre otros) han sido bastante inconscientes de su relevancia.
Las redes sociales han cambiado la forma en que aprendemos, educamos e interactuamos con nuestros compañeros. Su naturaleza dinámica y su disponibilidad inmediata a través de nuestros dispositivos portátiles (teléfonos inteligentes, tabletas, relojes inteligentes, etc.) está transformando rápidamente la forma en que participamos en la sociedad, y esto creo que es bien conocido por los especialistas en formación.
El alcance de estas herramientas digitales es amplio, ya que abordan muchos aspectos, desde la enseñanza y el aprendizaje hasta la discusión de casos, la cobertura de congresos, la interacción entre pares o la investigación, como ejemplos dignos de ser mencionados. Se dice que las cuatro razones principales para involucrarse con las redes sociales serían: uso personal, establecimiento de redes colaborativas o networking, educación y salud pública. Hay muchos otros, pero estos cuatro ámbitos son, probablemente, los principales. Como muchos autores han destacado, la alfabetización en la era digital es una necesidad. Podría afirmarse que hay dos realidades incuestionables de los tiempos digitales: 1) tú puedes producir tu historia digital en línea, 2) o alguien más lo hará por ti2.
Las sociedades científicas consideradas más innovadoras están promoviendo estas herramientas entre sus miembros, y la reina es Twitter. Si estáis interesados, para aprender más sobre esta red social recomiendo leer un libro escrito por unos pioneros en su día: #CardioTuit. Aplicaciones profesionales de Twitter en cardiología3. Aunque mucho ha cambiado, el espíritu y las ideas persisten.
Estos nuevos conceptos deben ser conocidos por los cardiólogos en formación, pero también por los que ya están bien establecidos para mantenerse actualizados, ya que innumerables informaciones se mueven rápidamente a través de estos canales. Si tuviera que recomendar algo, está claro: «Haz lo que están haciendo los líderes de las sociedades de cardiología y no te alejes de las redes sociales, hay más beneficios que amenazas allí»4.
Las ventajas son múltiples y se han citado en numerosas publicaciones1. Me gustaría destacar el aspecto académico de su uso, que nos obliga a estar en ellas: lo que se discute en Twitter es señal de un impacto futuro tanto en medios de comunicación (Altmetric Attention Score) como en impacto bibliométrico (factor de impacto)5. La auténtica revisión por pares en abierto de muchos estudios ya está ocurriendo en Twitter desde el primer minuto de presentación en un congreso, debido a la inmediatez en el acceso al conocimiento. Por tanto, para seguir un congreso, sigue su etiqueta o hashtag y sabrás qué está ocurriendo (#ESCCongress, #ACC22, #AHA22, #SEC22), o sigue a los embajadores para redes sociales del congreso, una estrategia cada vez más empleada en la difusión del conocimiento en estos encuentros profesionales.
Si eres un auténtico creyente en las redes sociales, te costará encontrar sus desventajas o la necesidad de poner límites a su uso, pero se debe ser muy cuidadoso, especialmente por estar trabajando en muchas ocasiones con pacientes que tienen unos derechos que debemos salvaguardar.
Las redes sociales son también un fantástico escenario para los debates científicos entre profesionales que, a su vez, no está exento de riesgos, por lo que siempre debería mantenerse esta máxima: «No digas nada online que no quisieras que apareciese publicado en una revista científica bajo tu autoría»6.
Entre las limitaciones que debemos tener presentes1, destacaría: el riesgo de encontrar y compartir contenidos con información inexacta o sesgada, preocupaciones sobre la privacidad y violación de la confidencialidad. Se debe ser muy cuidadoso con la relación médico-paciente, como si estuviéramos fuera de un entorno virtual, y sobre todo, evitar transmitir una imagen de falta de profesionalidad, así como el riesgo de que su uso se vuelva problemático en forma de adicciones.
En conclusión, es esencial tener muy presentes los riesgos potenciales de las redes sociales, lo que sería su lado oscuro, siempre se debe ser prudente y descartar cualquier comportamiento que no tendríamos en el mundo real. Las ventajas que nos aportan son mayores, sin duda alguna: estar informado se ha vuelto muy sencillo gracias a ellas y no estar implica perderse mucho, especialmente nuevos conocimientos. La actitud ante las redes sociales sería la que dijo un sabio personaje de ficción, Yoda: «Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes». Si estás convencido de su valor, seguro que encontrarás la forma de sacarles provecho.
Conflicto de interesesEl autor declara no tener conflictos de intereses.
Mi más profunda gratitud a Fernando Fernández (@ferfem) por estimular a muchos cardiólogos a entrar en las redes sociales para su uso profesional.