Licenciada en Medicina por la Universidad Complutense de Madrid, residente de cuarto año de Cardiología del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo y estudiante del programa de doctorado de la Universidad de Santiago de Compostela, con especial interés en el área del síndrome coronario agudo y sus complicaciones.
Pregunta:¿Cómo fue tu llegada a la medicina y a la cardiología?
Respuesta: Decidí hacerme médico tras visitar la Facultad de Medicina de la Universidad de Santiago de Compostela en el último año de instituto; esa visita guiada sirvió para responder a la famosa pregunta: «¿Cómo te ves en 10 años?». Sin duda, me veía con una bata blanca, lo que me convenció de que ahí estaba mi vocación; con la cardiología fue diferente, ya en la carrera el contenido teórico sobre la especialidad me resultaba atractivo y las prácticas en el Servicio de Cardiología del Hospital Clínico San Carlos, en Madrid, terminaron de convencerme.
P.: ¿Quiénes han sido los médicos que más han influido en tu actividad profesional?
R.: Durante mi residencia, sin duda ha sido clave el papel que ha jugado mi servicio, impulsado por el doctor Íñiguez Romo, firme defensor de una formación académica completa: siempre ha instado a los residentes a completar su actividad asistencial con actividad investigadora y ha defendido la continua mejora en nuestro aprendizaje. El doctor Abu-Assi, del Hospital Universitario Álvaro Cunqueiro de Vigo, tiene también un papel fundamental, por haber sabido guiarme y motivarme en la consecución de mis objetivos. También mis tutores, por conducirnos a lo largo de la especialidad, obligarnos a ir siempre un punto más lejos, a esforzarnos por mejorar y conseguir que tengamos una formación no solo a nivel nacional, sino también internacional, de manera que podamos conocer cómo se desarrolla la cardiología en otros países. Podría nombrar a cada uno de mis adjuntos, ya que creo que todos han aportado un granito de arena a mi formación como cardióloga; sin duda, al final de la residencia cada uno somos un poco la amalgama de nuestros adjuntos.
P.: ¿Qué innovación piensas que ha sido más impactante en la cardiología o en tu área de interés?
R.: Creo que la llegada de las impresoras 3D a la medicina y, más concretamente, a la cardiología ha supuesto y supondrá una gran revolución. La posibilidad de crear modelos anatómicos 3D que sirvan para entender y explicar relaciones anatómicas normales y anormales permitirá a los pacientes alcanzar una mejor comprensión de su enfermedad y al médico adquirir una visión más tangible de esta. Además, la posibilidad de fusionar las imágenes cardiacas de manera que logremos imprimir válvulas personalizadas para cada paciente ofrece al cardiólogo la oportunidad de simular el abordaje ex vivo con el material necesario. De este modo, se logra una selección del dispositivo que mejor se adapta a cada caso.
P.: ¿Cuáles son tus mayores logros?
R.: Formar parte del Servicio de Cardiología del Hospital Álvaro Cunqueiro y haber tenido la suerte de publicar los trabajos llevados a cabo durante mi residencia en revistas científicas de alto impacto, entre las que sobresale Revista Española de Cardiología. También destacaría haber recibido el primer premio del Colegio de Médicos de Pontevedra en la categoría de mejores artículos publicados en 2018.
P.: ¿Tienes en mente algún proyecto profesional que te gustaría desarrollar en los próximos años?
R.: A corto plazo me gustaría poder completar mi tesis. Es una tarea que me parece importante realizar durante la especialidad, ya que permite mantener de algún modo el vínculo con la formación universitaria y ayuda a completar el aprendizaje mediante el desarrollo de un proyecto propio.
P.: ¿Cuál es tu opinión sobre la formación médica especializada en España?
R.: España tiene sin duda un gran programa formativo para los residentes. Desde las sociedades científicas se promueve y fomenta no solo la labor asistencial, sino también la formación científica e investigadora, de manera que el residente adquiere habilidades en todos los ámbitos profesionales. Además, existe flexibilidad para poder completar la especialidad con estancias en el extranjero, algo que desde mi punto de vista resulta enriquecedor para nuestra formación. En mi caso, tengo la suerte de haber sido aceptada para una rotación en el Institut universitaire de cardiologie et pneumologie de Québec, en Canadá.
P.: Cuéntanos ese caso clínico que nunca olvidarás.
R.: Recuerdo a un varón de 63 años sometido a una cirugía de Ross en el año 2002, con disfunción ventricular moderada y deterioro de la función ventricular durante el seguimiento; precisó DAI-TRC con recuperación posterior de la función ventricular. Ingresó en varias ocasiones en nuestro servicio con insuficiencia cardiaca, deterioro de la función ventricular y datos de mal pronóstico; fue rechazado para trasplante cardiaco por importante comorbilidad. Se decidió implantarle una asistencia ventricular izquierda y sustituir la válvula aórtica por una bioprótesis; la intervención se llevó a cabo sin grandes complicaciones y el paciente se encuentra actualmente en su domicilio. Dadas las limitaciones del trasplante cardiaco, este caso muestra cómo los dispositivos de asistencia ventricular pueden suponer una alternativa para pacientes seleccionados que de otro modo verían su supervivencia muy mermada.
P.: ¿Qué consejo le darías a alguien que todavía no se haya decantado por la cardiología?
R.: Sin duda, le diría que eligiese esta especialidad. Sí, es exigente, pero ¿cuál no lo es hoy en día? Por otra parte, es una especialidad muy completa en la que eres independiente, ves al paciente, lo diagnosticas y lo tratas; además, cada día de trabajo es distinto al anterior y, a medida que avanzas en la residencia, te das cuenta de que aún te queda mucho por aprender.
P.: Fuera del hospital, ¿cómo desconectas?
R.: Utilizo el deporte como vía de escape: salir a correr, una clase de spinning, de pilates... En mi caso, me ayuda a olvidarme del trabajo y a cargar las pilas. Pasar tiempo con la familia y los amigos supone también uno de los mejores planes fuera del hospital.