Licenciado en Medicina por la Universidad de Castilla-La Mancha (Facultad de Albacete) y especialista en Cardiología por el Hospital Ramón y Cajal de Madrid. Formo parte de la unidad de Insuficiencia Cardiaca de este hospital y colaboro en su desarrollo clínico e investigador, pero me gusta la cardiología clínica en general; doy una importancia primordial al fonendo y la exploración. También dedico parte de mi tiempo a la docencia de residentes, estudiantes o compañeros sanitarios no médicos. Creo en el trabajo en equipo, y la docencia es fundamental para ello.
Pregunta: ¿Cómo fue tu llegada a la medicina y la cardiología?
Respuesta: Desde muy pequeño quería ser médico. A los 11 años nos dijeron que dibujáramos lo que queríamos ser y me retraté con bata y escribí «médico de familia». Siempre quise ser médico, no había otra opción. Es algo vocacional. Sin embargo, no puedo decir que siempre quisiera ser cardiólogo. Tenía claro que me interesaba una especialidad médica, no quirúrgica y, entre ellas, la cardiología es la mejor opción por su extensión, importancia creciente y versatilidad.
p.: ¿Quiénes han sido los médicos que más han influido en tu actividad profesional?
R: Si empezamos desde el principio, probablemente mi tío, Manuel Alonso, médico de atención primaria, sea quien más me ha influido. Quise ser médico para ser como él. Siempre que enfermaba alguien de mi familia aparecía con la solución. Posteriormente, querría destacar a un compañero al que admiro y considero mi amigo, Marcelo Sanmartín. Fue mi tutor y director de tesis, y es el médico con mayor vocación por aprender y enseñar que conozco. También destaco a José Luis Zamorano. Su ética de trabajo, dedicación y tenacidad en la consecución de sus metas son algo en lo que querría parecerme a él.
p.: ¿Qué innovación piensas que ha sido más impactante en la cardiología o en tu área de interés?
R.: Sin duda, las unidades de insuficiencia cardiaca (IC). Su desarrollo en los últimos años ha supuesto un cambio en el paradigma del tratamiento de los pacientes con esta enfermedad. Estas unidades hacen que los afectados convivan con la IC fuera del hospital. Creo que es fundamental tratar la enfermedad crónica —y la IC en particular— estando el enfermo en casa, y siendo capaces de controlar los síntomas y de mejorar el pronóstico mediante un trabajo en equipo, con una buena coordinación entre el paciente y el personal sanitario.
p.: ¿Cuáles son tus mayores logros?
R.: Los reconocimientos más importantes que he obtenido son los premios Fin de Residencia del Hospital Ramón y Cajal y del Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid (ICOMEM), así como el premio Sanitas-MIR 2017 (otorgado de forma conjunta con el Consejo Nacional de Especialidades y los ministerios de Sanidad y Educación). En cuanto a mis mayores logros profesionales, los 2 que más destacaría son haber finalizado mi tesis doctoral y ayudar al desarrollo de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Hospital Ramón y Cajal.
p.: ¿Tienes en mente algún proyecto profesional que te gustaría desarrollar en los próximos años?
R.: Creo que la sanidad evoluciona hacia el autocuidado del paciente supervisado por el médico. En esto, la IC todavía no se ha desarrollado como debiera. La telemonitorización aún no se ha mostrado tan útil como creemos que debería ser. En el Hospital Ramón y Cajal estamos trabajando para desarrollar un programa eficaz de monitorización a distancia. Además, creo que el concepto de multidisciplinariedad de las unidades de IC debe entenderse de una forma holística, incluyendo aspectos no exclusivamente sanitarios, también sociales, y nos gustaría dirigirnos hacia ese fin.
p.: ¿Cuál es tu opinión sobre la formación médica especializada en España?
R.: Esto daría para largo. El sistema MIR no tiene parangón en los países de nuestro entorno, es capaz de colmar las necesidades de especialistas en España y la calidad de la formación es muy alta, pero tiene aspectos mejorables. Por un lado, la formación es diferente según el centro; además, los objetivos varían demasiado según tutores o servicios. Creo que deberíamos unificarlos y evaluarlos de manera objetiva; me consta que la Unidad de Docencia del Hospital Ramón y Cajal se está dirigiendo hacia ese fin. Por otro lado, es necesario reconocer otras especialidades como urgencias o infecciosas, muy potentes dentro del organigrama hospitalario.
p.: Cuéntanos ese caso clínico que nunca olvidarás.
R.: Desgraciadamente, los casos que primero te vienen a la memoria no son siempre los más agradables. Pero el caso clínico que no olvidaré, que fue el primer gran caso que tuve con IC avanzada y que respondió especialmente bien al tratamiento, es el de un varón de 74 años con miocardiopatía dilatada isquémica, en situación de bajo gasto, que llegó hace un año a la unidad. El paciente había tenido 6 ingresos en los 4 meses previos y estaba más tiempo ingresado que en casa; su calidad de vida era paupérrima. Con seguimiento cercano, levosimendán ambulatorio, ajuste lento de las dosis del tratamiento y rehabilitación cardiaca, el paciente está en casa, sale a pasear a diario, no está limitado funcionalmente y no ha ingresado. Es uno de esos ejemplos que muestran que las unidades de IC funcionan y son necesarias.
p.: ¿Qué consejo le darías a alguien que todavía no se haya decantado por la cardiología?
R.: Primero, que se pregunte si quiere una especialidad médica o quirúrgica. Si elige médica, creo que la cardiología es la especialidad más versátil. Puedes ser tanto un clínico como un internista, dedicarte a la imagen cardiaca, ser intervencionista en hemodinámica o en electrofisiología, ser intensivista en una unidad coronaria o dedicarte a la prevención en el ambulatorio o en rehabilitación cardiaca. Además, es una especialidad que no depende de ninguna otra, lo cual hace nuestro cometido más agradecido.
p.: Fuera del hospital, ¿cómo desconectas?
R.: Mi mujer es navarra, de Tafalla, y yo soy de Albacete, así que es frecuente que viajemos al norte o al sur cada vez que tenemos unos días libres. En Madrid me gusta mucho ir al cine y al teatro, o acudir con los amigos a un scape-room. Me encanta leer, especialmente novela histórica. Y, como buen albaceteño, soy del Alba e intento no perderme ningún partido allá donde esté.